Mucho antes de las fusiones y sinergias de grupo en pos de la viabilidad económica y todas esas mariconadas que nos quieren vender ahora para justificar la venta de monovolúmenes, SUV, lavadoras o cualquier basura de moda, ya había marcas que cambiaban de propietario y la compra o absorción de marcas de prestigio por parte de fabricantes generalistas.
Las marcas de coches de prestigio y más las que se dedican a la competición siempre han vivido al filo de la navaja. Las grandes inversiones necesarias para estar a la última en diseño y tecnología rara vez se asociaron a una economía saneada salvo honrosas excepciones como quizás Mercedes.
Es de sobra conocida la necesidad recurrente de Ferrari de encontrar un socio capitalista, o los tormentosos cambios de propietario de Lamborghini, por ejemplo, aunque este ni siquiera competía.
André Citroën fue pionero en la fabricación en serie en Europa, del acero en los chasis, de las líneas aerodinámicas, incluso de la normalización de la tracción delantera. Pero su obsesión por mantener los precios bajos, pese al disparatado coste de desarrollo de su “Traction Avant” lo que lo dejó en manos de los bancos, que ya entonces daban asco, y estos le entregaron la dirección a los hermanos Michelin.
En 1971 la nueva inyección de capital y tecnología de Citroën, animó a Maserati a ir más allá de lo que había llegado hasta el momento, colocando en el nuevo modelo, llamado Bora, el V8 diseñado originalmente diseñado para los 450 de Le Mans y que posteriormente civilizado había sido utilizado en el Ghibli y el México. Pero esta vez cambiaba de sitio, colocado en posición central longitudinal. El V8 de Maserati tenía un buen rendimiento desde su nacimiento, y una cilindrada de 4709 cc y 310CV no estaban mal .
Giulio Alfieri director técnico de Maserati encargó del diseño a la joven empresa Italdesing del genial Giorgetto Giugiaro.
Siguiendo su instinto, se puso a dibujar y creó sin el mas mínimo estudio aerodinámico, una carrocería espectacular que ofrecía de paso una muy limitada resistencia al aire con un Cx de 0,30, inusualmente bajo en la época y con una belleza fuera de toda duda.
Italdesing también se ocupó de dar forma al chasis, lo diseñó y construyo a la italiana, utilizando una estructura tubular soldada a mano.

En 1973 la organización del Tour de France, deseando aumentar y estimular la
participación de vehículos los más espectaculares posible, pretendía garantizar
la participación de vehículos no homologados bajo el Gr.4, desarrollaron una
categoría especial, al amparo del G.5 sin mínimo de fabricación.
Animados por ello, los talleres Thépenier de París, importadores de Maserati para Francia, decidieron hacerse cargo de la financiación y preparación de dos unidades de la casa para este evento y solicitó a la fábrica la preparación de dos unidades del Bora modificados bajo las especificaciones del grupo 4 conscientes de su potencial.
De los talleres de Módena salió un coche con una pinta espectacular (chasis
AM117/3000), coche de pruebas de la fábrica y que les fue entregado en Francia a
finales de 1972
La preparación se centró en tres punto básicos: reducción de peso al máximo posible, aumento de potencia y adaptación del chasis a la competición. Para la versión del Tour de Francia se ahorraron nada menos que 400 kg con respecto a la versión de serie, que pesa 1.650 kg.
El chasis, reforzado en los puntos de fijación de las suspensiones, también se aligeró mediante perforaciones sistemáticas.
El completo equipamiento del modelo de producción se ha reducido a lo esencial, eliminando el aire acondicionado, elevalunas eléctricos, luces de carretera, etc... El habitáculo, por supuesto, se ha despojado de todo lo superfluo.
Una batería de 4 carburadores Webber se encargaba de alimentar el V8 y la
potencia máxima aumentó de 335 a 418 CV DIN a 5.500 rpm, con 50 mkg de par. La
caja de cambios sigue siendo la misma ZF de serie con cinco velocidades
sincronizadas con desarrollos más cortos y autoblocante. Se ha añadido un
radiador de aceite equipado con dos pequeños ventiladores eléctricos.
Los frenos de origen Citroën fueron un pequeño dolor de cabeza para la
puesta a punto y era necesario acostumbrarse a ellos para no bloquear
continuamente las ruedas y fue lo que desesperó del coche a José Rosinski durante
la única prueba conocida de la época.
El coche lo terminarían de poner a punto y pilotarían J.P. Jassaud y François Migault, para el Tour Auto y las 24h de LeMans, así que lo inscribieron en dichas carreras, organizaron test de carrera, y todo lo necesario para tomar parte en ellas.
Desafortunadamente la cosa se complicó, especialmente a raíz del percance sufrido por François Migault, que resultó gravemente herido en un accidente durante los entrenamientos para el TdF que a falta de tiempo para reparar los daños les impidió participar.
Sin embargo consiguieron reconstruir el coche para los entrenamientos de Le Mans. Pero surgio ahí otra inesperada contrariedad. Porsche puso una reclamación ante el ACO que descalificó al Bora...
La FISA había concedido a Maserati la moratoria que usaba con ciertos modelos, porque la capacidad del mercado a causa de la crisis del petróleo ralentizara la fabricación, adelantando su homologación como Gr.4, pese a que todavía no habían fabricado las 500 unidades necesarias para dicha homologación... de hecho no llegaron a esa cantidad hasta bien entrado 1978...
La hipótesis de la queja de Porsche, que varía según la versión y otros la atribuyen a Ferrari, vendría porque consideraron el coche de Maserati potencialmente peligroso. Podía por configuración ser mucho más rápido que el Porsche RSR o el Ferrari Daytona. Ya anteriormente su eficiente motor había demostrado su potencial, y su motor central lo hacía temible sobre el papel.
Fue por ello que el CSI se retractó y negó la
moratoria, a instancias, como siempre, del dinero y los beneficios que aportaban los dominadores en ese momento de la categoría GT y sus nuemerosos clientes.
El reglamento si aceptaría los coches como Sport Prototipo, y así lo hicieron saber a Maserati, pero se
encontrarían en clara desigualdad de condiciones contra los verdaderos Sport. así que Thepenier abandonó el proyecto… Al año siguiente el ACO ablandó algo las normas
para hacerle sitio, entre otros, al Bora, pero ya era tarde, los propietarios ya no estaban
interesados y no lo inscribieron.
Años después la empresa GTC compró el coche, que en algún momento había sido pintado en rojo. El el motor fue revisado por el ex jefe de mecánicos de Thepenier y durante la restauración lo devolvieron a sus colores originales. Como el motor estaba fuera de punto a causa del uso en carretera, lo reconstruyeron totalmente con todas las piezas que guardaba el señor Cornet-Epinat y el motor retornó a la potencia del motor original de 435 CV DIN.
Llevaba ya tiempo rondándome la cabeza, pero fue allá por 2005 cuando encontré algo que me podía servir de base de partida para que me resultara más fácil... ingenuo de mi
El cacharro que usé de base suministrado sobre 2007 o 2008 por uno de los grandes alborotadores del mundillo, Santiñapas, era de Bandai (que guay) la caja prometía. Pero al abrirlo, sorpresa!! el parecido con el original era, pues como aquello del huevo y la castaña. En mi legendaria ingenuidad pensé que era una buena base para intentar hacerlo bien...
En aquellos tiempos ya no me entusiasmaba lo de la silicona y delegué esa labor, Un error en el que he caído numerosas veces. Y de aquel molde salió lo que salió y menos mal que tras mucho insistir me llegó una copia. El master desintegrado, traspapelado o simplemente desdeñado, pero al manos tenía algo para continuar con cierta consistencia. Todavía me quedaba retocar bastante y hacer los aletines del Gr.4
Si, seguramente no lo hiciera porque en mis subconsciente había algo que no cuadraba del todo en las formas o algo

















































































































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